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  • Foto del escritorDaniel E. Posse

El Camino de la Incertidumbre


Abrimos la mirada, porque sentimos que con las puertas no podemos todavía hacerlo, la peste aún camina y se pasea por el mundo del afuera. Hemos ido de a poco enfrentado los miedos. Las manos y las telarañas de la incertidumbre se van en apariencia diluyéndose en nuestros gestos y ganas. No es que no seguimos teniendo miedo, es que simplemente nos acostumbrarnos a vivir con ellos. Ya no titubeamos, simplemente nos lanzamos, y quizá estamos con el coraje de ciertas inconciencia, diciéndonos que sea lo que deba ser. Invocamos amuletos, rezos, santos y divinidades conocidas, intentando tener la certeza de que somos inmunes, pero lo que logramos es disfrazar todo en una impunidad, que igual no nos previene la angustia y el desvarío de un camino que habita en la incertidumbre.

Las calles se vuelven fértiles, de miradas escondidas todavía en los barbijos, en un acto de rebeldía profano, pero al mismo tiempo prodigo, ahí escarceamos la esperanza. El camino se vuelve múltiple. Intentamos y muchas veces logramos reír, en una primavera austera. Los días siguen pasando, los cambios de estación se advienen de actos imaginarios, en los que dejamos las ganas y los gritos. Los ecos de lo que queríamos se vuelven un escenario vació y estrafalario.

Seguimos andando el camino, sin la certeza, sin la brújula que nos diga cuál será nuestro norte. Vamos vestidos de sinrazón y de desgano. El camino quiere materialidad, y quiere despojarse de lo pensado. Quiere besos clandestinos, caricias anónimas, sexo no planeado. Quiere acortar las distancias, y llenar las palmas de gestos y de tactos fértiles y espontáneos. Quiere, queremos, el abrazo fuerte y el aliento de las bocas conocidas y enraizadas en los afectos. Quiere, queremos, compartir el mate, la risa, los secretos. La avaricia de la amistad y del verso entonado de alcohol compartiendo el mismo vaso. Pero la inutilidad de la realidad nos hace seguir haciendo pasos ficticios, digitales, virtuales, pero el cuerpo no quiere más eso, quiere extenderse en abrazos compartidos.

Miro a Buenos Aires, como otros miran su lugar, desde una incertidumbre áspera, y cerrada. Quiero, queremos, dejar de seguir andando con pasos pesados e inciertos. Quiero, queremos, la abstención de la desolación y la cosecha del tumulto, pero todo queda solo en una intención, porque el camino de la incertidumbre se mantiene, se concreta, se sostiene, y la peste habita en él como en un acto de simbiosis hambrienta y colosal, que nos subyuga y condena al insomnio y al desgano, incluso a los actos de gritar y sucumbir.

Daniel E. Posse

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